El sistema de tambos y depósitos en el estado Inca

Para John V. Murra (La organización del Estado Inca) “el esfuerzo ideológico para transferir al nivel estatal las obligaciones de reciprocidad andina tuvo por lo menos un éxito parcial: convenció a los cronistas europeos y hasta a algunos estudiosos modernos de que el estado inca controlaba toda la vida económica del país y lo hacía esencialmente con fines de bienestar”. Explica, asimismo, que uno de los títulos honoríficos del rey era el de huaccha cuyas, “amoroso y amigable” con los débiles.

La traducción tradicional del término huaccha ha sido “pobre”, del mismo modo de capac se tradujo siempre como “rico” . Citado por Murra, Gracilaso explica que huaccha es el desvalido, en tanto que capac se puede interpretar como “magnánimo con los suyos”.
Los ejemplos de hospitalidad por parte del estado inca se pueden ver en momentos tales como la muerte de un soberano o en la asunción de uno nuevo, como también en las atenciones que recibían en alimentos y regalos aquellos que llegaran a Cuzco en calidad de señores étnicos, viajeros o llevando tributos.
Además de su hospitalidad, los reyes entregaban objetos con categoría de privilegio real. Los miembros de los linajes nobles y las autoridades étnicas, por ejemplo, recibían piezas de ropas cumbi (ropas finas) “que el rey se quitaba en algunas ocasiones de su propia espalda”. Igualmente, el sólo hecho de que un objeto proviniera de Cuzco ya era suficiente para aumentar sensiblemente su valor y elevar la posición social de quien lo recibía.


El paso de la colectividad basada en el parentesco al Estado va a significar un cambio y resignificación profundos en la reciprocidad y la generosidad. Las ayudas mutuas para la construcción de viviendas, preparación de festividades en honor a los dioses, siembre y cosecha de los comestibles ya no serán suficientes, por caso, para alimentar a una verdadera legión de burócratas, o un ejército en campaña. En este punto se va a dar la organización de la mita, el sistema de prestaciones y contraprestaciones monitoreado desde el poder central.
Uno de los rasgos distintivos de este sistema es la erección de depósitos para el almacenamiento y redistribución de bienes. Apoyado en los cronistas contemporáneos al estado Inca, Murra describe cuatro tipos.

En primer lugar, señala que cada centro de administración “provincial” contaba con instalaciones de almacenamiento. Aún cuando resulta difícil determinar los volúmenes almacenados, para este autor hay evidencia de grandes cantidades guardadas cuidadosamente en vista de las actividades planificadas por el estado, e indica que cuando una persona estaba en su turno de mita, es decir, prestando servicios al estado (en construcciones, en la guerra, etc.) era alimentada y vestida con los bienes almacenados a tal efecto.
Segundo, menciona los depósitos que cada aldea o etnia tenía, de los que se tomaban los alimentos para los inválidos, las viudas, etc.

Tercero, los depósitos centrales en Cuzco, que asombraron a los acompañantes de Pizarro cuando éste hizo su entrada triunfal en la ciudad por la cantidad de objetos de oro y plata, además de muchos otros bienes “maravillosos”.

Cuarto y último, los tambos, ubicados a lo largo de los caminos reales. Los tambos eran construidos por la comunidad étnica local, y disponían de dormitorios, además de los almacenes. Todo aquel que viajara por asuntos de estado, el ejército, el rey e incluso los peregrinos, se detenían allí para alimentarse y pasar la noche.

Respecto de los tambos, no hay acuerdo respecto de la distancia entre estos, hay quienes sostienen que estaban a una legua de distancia uno de otro, y diversos autores van incrementando esta cantidad hasta cuatro leguas (unos veinte km.), que era la distancia que en la región podía recorrerse en un día.

Por otra parte, todos los depósitos, del tipo que fueren, contaban con un quipu camayoc residente, con la función –entre otras- de llevar los inventarios y administración del lugar. Estos contadores, lo mismo que los inspectores que los visitaban, habrían pertenecido a una burocracia dedicada exclusivamente a esta tarea, en tanto que otras funciones, como las de los mayordomos, limpiadores, etc., eran ejercidas por pobladores de las etnias locales como parte de su mita o servicio al estado.

Imagen: el tambo de Huarautambo, de Yanahuanca